El Presidente Ollanta Humala comienza su mandato oficial esta semana. Lo hace en un contexto favorable. A pesar de los problemas fiscales en Estados Unidos y Europa, la economía peruana tiene los instrumentos necesarios para -dentro de un periodo razonable- aislarse de los posibles efectos de sendas crisis en los países desarrollados. Por un lado, la elevada posición de reservas internacionales y de encajes puede suavizar probables impactos en el tipo de cambio y en la liquidez bancaria. Por otro lado, el Fondo de Estabilización Fiscal permite un uso razonable de respuestas fiscales anticíclicas.
En el frente interno, la economía se está desacelerando por un casi inevitable ajuste fiscal. Recordemos que en 2010 se batió el récord de nivel y crecimiento de la inversión pública y era imposible seguir a ese ritmo. Si bien es cierto que las expectativas privadas se habían deteriorado hasta junio, esperamos que el nombramiento de Julio Velarde, Luis Miguel Castillla y Kurt Burneo aquieten los temores sobre la mantención del cuadro de estabilidad macroeconómica. En rigor, incluso con el plan inicial de Gana Perú no estaba en juego la parte macroeconómica misma, sino la intervención estatal en la economía en diversos sectores de la actividad privada. Este último riesgo sigue en pie y esperamos que las dudas se terminen de despejar con el mensaje presidencial de Fiestas Patrias.
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